Según la legislación española (Real Decreto 286/2006, de 10 de marzo, sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición al ruido), se considera que un trabajador expuesto a niveles superiores a los 80 dbA está, legalmente, expuesto a ruido por lo que deben empezar a tomarse medidas de forma inmediata para, o bien reducir ese nivel, o bien, que la persona disponga de elementos de protección pasiva.
Como valor aproximado, vamos a tomar como referencia el nivel de ruido que genera un compresor de pistón, con accionamiento directo, que produce 3,4 l/s a 10 bar de presión. Ese equipo genera un nivel de ruido de 78 dbA, según su ficha de características. Ante esto, es habitual que un cliente desplace el compresor hasta una zona más alejada de los puestos de trabajo y evitar, así, el nivel de ruido. Pero cuando no es posible esta reubicación, es necesario trabajar con los llamados compresores silenciados.
De forma general, estos compresores son, constructivamente, iguales que los que podemos ver en cualquier empresa, con la diferencia fundamental de que, sobre los equipos, se instalan una serie de elementos que hacen las veces de barrera acústica y limitan los valores de decibelios que produce el equipo. Estos accesorios no producen ningún efecto sobre el rendimiento del equipo, con la salvedad, de vigilar con algo más de detalle la temperatura de trabajo del mismo. Esto se debe a que el equipo se recubre con unas estructuras que restringen el contacto con aire fresco del ambiente dónde se encuentren los equipos.
Una alternativa fiable y real es instalar dispositivos de atenuación de ruido, pero desde nuestra experiencia, siempre que sea posible, recomendamos la instalación de los equipos en una zona adecuada, bien ventilada, y aislada acústicamente, de forma que no genere futuros daños en la vida de nuestros empleados.
