A la ahora de seleccionar qué equipo va a hacer frente a la demanda de aire comprimido de nuestra instalación, debemos analizar con detenimiento el comportamiento que nuestra sala de compresores va a tener en el futuro, ya que nuestros cálculos no solo deberán basarse en el caudal o la presión que necesitaremos para suplir nuestras necesidades.
Un estudio previo, basado en las necesidades reales de nuestra planta, nos permitirá seleccionar la forma correcta de producir aire comprimido.
¿Cuál necesitas para tu instalación?
Lo primero que debemos realizar es un estudio completo de nuestra instalación de aire, analizando todos aquellos parámetros que nos van a permitir definir las necesidades, a saber:
- Caudal necesario, este dato nos va a delimitar el volumen producido de aire, ateniendo a criterios de necesidad y eficiencia
- Presión necesaria, dato fundamental para dimensionar la máxima presión a la que debe trabajar nuestro compresor y fijar las bandas de presión adecuadas que nos permitan trabajar de forma correcta y eficiente
- Horas de trabajo diarias, con este dato, que a priori puede parecer poco importante, podremos configurar de la mejor manera nuestro equipo, ya que nunca serán las mismas condiciones para un equipo 24/7 que un equipo que produzca aire 4 horas al día.
- Demanda temporal, es decir, debemos saber si en nuestra instalación vamos a tener un consumo constante o, por el contrario, vamos a tener picos de consumo muy elevados.
- Accesorios existentes o necesarios, tales como depósitos, instalación neumática… Ya que la existencia o necesidad de instalación de ellos nos podrá modificar algunos parámetros de los mencionados anteriormente.
Con todo esto, y una vez analizados los detalles con detenimiento, lo ideal es conocer a la perfección el resto de elementos o partes del proceso industrial que pudieran afectar de forma directa o indirecta a nuestra producción de aire comprimido. Para ello, lo ideal es realizar una auditoría energética.
